jueves, 15 de mayo de 2008

40 años de Paco Casal empresario

Escribe: Atilio Garrido. garrido@tenfieldigital.com Abril 1968. Peñarol fue eliminado en semifinales, de la Copa Libertadores de 1968 por Palmeiras. Se recuerda la gresca general desatada por los jugadores aurinegros corriendo a trompadas a los brasileños. Palmeiras con Djalma Santos, Ademir da Guía, Dudú, Suingue, Tupazinho y Cía., estaba en la final. El otro camino, hasta llegar a ella, lo recorrió un equipo sorprendente: Estudiantes de La Plata. Club chico de la Argentina, fue el primero de esa condición en alcanzar la jornada decisiva del torneo. Dejó por el camino a Independiente en la ronda de grupos. Su primer partido internacional en la historia del certamen se recuerda porque venció 4:2 a los rojos de Avellaneda, los campeones argentinos de 1967, siendo expulsado el uruguayo José Urruzmendi a los diez segundos de haber ingresado al campo. En semifinales los "pincharratas" como le llamaban entonces a Estudiantes, dejaron por el camino al "Racing de José" el Campeón de la Libertadores del ‘67 derrotando a Nacional, en tres partidos, en las finales. Con la dirección técnica de Osvaldo Zubeldía se había armado una máquina que, algunos, ya denominaron "antifútbol". Defendidos por "El Gráfico" y Radio Rivadavia, lo real fue que aquel equipo con Poletti, Aguirre Suárez y Madero; Malbernat, Pachamé y "Tato" Medina; Ribaudo, Bilardo, Conigliaro, "Bocha" Flores y Verón, asombró al continente con llegar a definir el título sudamericano. ESTUDIANTES-PALMEIRAS EN MONTEVIDEO En la primera final, en el bosque platense, un enorme gol de Juan Ramón "La Bruja" Verón y otro del "Bocha" Flores dieron vuelta el marcador a favor del local 2:1. La revancha, en San Pablo, la ganó Palmeiras 3:1. "Pudo haber influido la pelota brasileña que es más liviana que la argentina", tituló "El Gráfico" -entonces la publicación deportiva mas leída en el Río de la Plata--, para justificar la caída. Eran, aquellos, otros tiempos. No existía la "mercadotecnia", ni los sponsor, y los partidos se jugaban con la pelota del club local. El reglamento de entonces era mucho más justo que el actual. En caso de igualdad en puntos en las dos finales, se disputaba un tercer partido en campo neutral y, recién al final de este cotejo, si se mantenía la igualdad, se apelaba a la diferencia de goles para clasificar al campeón. La tercera final entre Estudiantes de la Plata y Palmeiras se fijó para el jueves 16 de mayo de 1968 en Montevideo. Los argentinos, conocedores de la aversión que entonces existía por ellos en Montevideo, fruto de la rivalidad deportiva que se arrastraba desde 1910 -Brasil no contaba en esta historia y el clásico sudamericano era Argentina vs. Uruguay-, para granjearse la simpatía popular uruguaya, arribaron el viernes 9 de mayo, se alojaron en "Los Aromos" (la concentración de Peñarol) y el día antes de la final pasaron al Hotel Ermitage en Pocitos. En esos días previos desarrollaron acciones para congraciarse con el pueblo oriental. Depositaron una ofrenda floral al Gral. Artigas en la Plaza Independencia; visitaron el Hospital de Niños "Pereira Rossell" llevando juguetes a los niños. Para conquistar a la hinchada de Nacional aceptaron participar en los festejos del 69 aniversario del club albo programados para el martes 14 de mayo de 1968, fecha del cumpleaños. Esa noche -dos días antes de la final de América- jugaron en el mismo Estadio Centenario, Nacional y San Lorenzo en el cotejo de fondo. Ganaron los azulgranas 1:0 con gol de un debutante que haría historia: "El Ratón" Ayala… En el preliminar, todo el plantel de Estudiantes de la Plata, realizó una especie de entrenamiento que sirvió para que conocieran el campo de juego. Llamó la atención, en aquel tiempo, que cada jugador de los platenses salió al terreno con una pelota efectuando dominio individual con ella. "PAQUITO" EN ESCENA Los alcanza-pelotas estaban vestidos por BVD, una marca de ropa sanforizado. Buzos blancos de manga larga, letras rojas en el pecho y pantalón rojo. Uno de ellos, el más chico en edad (tenía 11 años) y estatura, era un tal "Paquito"… El pelo le caía sobre la frente con cerquillo; las piernas flaquitas y un gran atrevimientos para liderar, pese a ser menor, a sus compañeros, varios de los cuales -Jorge Armúa, Hugo Cabezas, entre otros- llegarían con el tiempo a ser grandes jugadores de fútbol. "Paquito" había nacido en San Pablo, ciudad que sus padres -gallegos emigrantes que escapaban a las secuelas de falta de trabajo y hambre que continuaban quedando de la Segunda Guerra Mundial- eligieron como tierra prometida para "hacer la América". Allí lo concibieron; en tierra paulista nació, pero a los pocos años recaló en Montevideo, traído por sus padres gallegos que no se adaptaron a la creciente vida paulista. "Paquito" era el hijo del almacenero de las inmediaciones de Bvar. Artigas y Millán, en aquel tiempo lindo cuando el "yoyega" almacenero era el Ministro de Economía del barrio porque sabía a quien venderle fiado, apuntando en la libretita de tapas negras los montos de los alimentos que entregaba, cuyo propietario saldaba religiosamente, al cobrar la quincena. Así gracias a la venta fiada del bolichero, aquellas familias de barrio y de trabajo, organizaban su vida en base a "la libreta". Aquel "Paquito", ya de gurí, era distinto, diferente. Atrevido, inteligente, vivo, con facilidad para expresarse y, también verborrágico. Descubrió que aquella final de la Libertadores entre dos clubes extranjeros disputada en el campo neutral del Estadio Centenario, era una gran oportunidad para que el grupo de botijas alcanza-pelotas, pudiera hacer una diferencia. Ya traía, en la sangre, el sentido comercial, del negocio, del empresario… a pesar de sus 11 años.

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